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Sonoridades movilizadas: repertorios afectivos de la lucha por la legalización del aborto

En el año 2017, comenzó un periodo de transformaciones profundas para las luchas democráticas por el derecho al aborto libre y gratuito en Argentina. Entre marzo y agosto de 2018, se realizó a nivel nacional una serie de manifestaciones en apoyo a las instancias legislativas del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). La consigna feminista de los años sesenta “Mi cuerpo es mío”, recuperada y amplificada para reclamar el derecho al aborto, tomó un pulso inusitado, capaz de articular un conjunto de demandas sobre la soberanía de los cuerpos y de madurar argumentos traducidos en arte político. 

El pañuelo verde es un símbolo de la lucha por el derecho al aborto creado en Argentina en 2003 y popularizado desde 2018 en los países de Latinoamérica y en Estados Unidos en 2022. Este símbolo se inspira en los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo. Los pañuelazos –eventos convocados por el movimiento en puntos estratégicos de las ciudades para la realización de actos colectivos de levantar el pañuelo y unir sus puntas entre sí– y las vigilias realizadas durante las sucesivas votaciones parlamentarias generaron experiencias novedosas de interrelación entre artistas y militancia feminista. Un conjunto de investigaciones ha comenzado a abordar estos vínculos, los cuales continúan siendo relevantes no solo en Argentina, sino también en las luchas de mayores derechos para las mujeres a nivel global (Liska y Martínez 2022; Liska 2022 y 2024). 

En este proceso, fueron creados repertorios afectivos cuyas sonoridades actuaron inseparablemente de la acción multimedial y colectiva¿Qué repercusiones tuvieron las movilizaciones por la legalización del aborto en los modos de producción, en las poéticas, en las decisiones estéticas, en las alianzas y en los escenarios? En este ensayo, analizamos el sonar de tambores, el uso de micrófonos para la amplificación de las voces y la experiencia de los cuerpos en situación de baile como elementos simbólicos centrales de unidad en la reivindicación del aborto legal de parte de grupos sociales e individuos con agendas políticas diversas.  

“Voy,” de la cantante Femi

El arte político feminista contemporáneo ya estaba en gestación. Ni Una Menos comenzó como una campaña gráfica en redes sociales en mayo del año 2015 tras el femicidio de una adolescente de 14 años asesinada a golpes por su novio en la provincia de Santa Fe. La reacción ocupó todos los espacios del arco mediático y, en unas pocas horas, alcanzó su condensación mediante la circulación de imágenes acompañadas del hashtag #NiUnaMenos en más de sesenta ciudades del país, convocando a una movilización social para el día 3 de junio, dada la reiteración de casos similares. Dicha movilización federal fue un hito en la construcción de una subjetividad política contra las violencias de género en el país. Este reclamo social de presencia en las calles, con una composición de género en un principio más heterogénea, demandó ser escuchado, hacerse audible, transformando la escenificación del conflicto. Las marchas de familiares y amistades de víctimas de femicidios que comenzaron a realizarse en Argentina en la década de 1990 se ejecutaron en completo silencio. Ese estremecedor duelo público se diferenciaba así de otras manifestaciones de reclamos sociales.La socióloga Nayla Vacarezza reconoce un desplazamiento clave en los repertorios afectivos de la lucha cuando, hacia 2015, se pasó a hablar desde la fragilidad sin necesidad de situarse como víctima. El término “repertorios afectivos” fue acuñado por Vacarezza para describir el conjunto de emociones, sentimientos y experiencias afectivas que una persona o grupo de personas considera legítimos, aceptables y expresables en un determinado contexto social y cultural. En otras palabras, los repertorios afectivos refieren las emociones y sentimientos que se consideran “adecuados” o “inadecuados” en una sociedad o grupo particular, los cuales influyen en cómo las personas experimentan, expresan y regulan sus emociones. Por su parte, la irrupción del sonido aparece como un rasgo de este cambio sensible que la musicóloga Natalia Bieletto describe como la elevación de un poder performativo de los cuerpos feminizados en el espacio público, donde la audibilización se vuelve condición material necesaria para la conformación del sujeto político. 

Talleres Batuka es una escuela de percusión y batucada que se creó en 2014 en la ciudad de Buenos Aires. Su creación fue comandada por dos percusionistas mujeres, marcando una diferencia respecto de los espacios habituales de enseñanza de la percusión en la ciudad, dirigidos por varones cisgénero. La idea original del espacio fue virando gradualmente hacia una propuesta musical intrínsecamente orientada al activismo político callejero a partir de la participación en la primera concentración masiva del 3 de junio de 2015. El bloque de tambores de Batuka y el grupo social inicial creado en torno a los talleres de percusión articuló la ejecución de tambores con el activismo feminista en el espacio público. A su vez, la apropiación de diferentes instrumentos de percusión en banda –fundamentales en las tradiciones de resistencia popular latinoamericanas, ahora utilizados para manifestar “feminismo”– puede verse también en ensambles de candombe y agrupaciones de murga. McReynolds-Pérez y O´Brien hablan de un “feminismo performativo” que, simplemente, consiste en ver a una mujer tocando un bombo con el pañuelo verde atado al cuello, fundando una comunicación auditiva y gestual de cuerpos que expresan y se visibilizan de un modo alternativo. Entre las actuaciones memorables de Batuka en sentido político y afectivo, se encuentra la tocada bajo la lluvia durante la fría vigilia del 8 de agosto de 2018 en la primera votación por la legalización del aborto. La votación finalmente se perdió, pero su debate en el Congreso de la Nación produjo un campamento pacífico y festivo en el centro de la ciudad de Buenos Aires que marcó un antes y un después en la historia de las resistencias políticas en el país.

Batuka en la vigilia durante el primer debate de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), 9 de agosto de 2018. Foto: Marianela González.

El movimiento que comenzó en Argentina como Ni Una Menos para exigir el fin de los asesinatos por violencia de género fue desplazado, en 2018, por La Marea Verde, después de que más de un millón de mujeres con pañuelos verdes tomasen las calles del país para proclamar la legalización del aborto. Investigadora y cantautora, Camila Millán señala que, si el pañuelo verde activó una manera interesante de tramar complicidades políticas en el espacio público, un modo silencioso pero efectivo de poner en agenda la demanda del movimiento feminista en torno al aborto legal, el micrófono fue un elemento ampliamente disputado durante los debates legislativos. Asimismo, este artefacto estuvo en el centro de muchas de las instancias en las que circularon discursos sobre la autonomía del cuerpo de mujeres y cuerpos gestantes, también como amplificador de múltiples voces argumentativas a favor de la ley. Un pañuelo de la Campaña por al aborto legal atado a un pie de un micrófono fue una de las imágenes más comunes en ese periodo, nudo que metafóricamente sintetizó la unión entre el campo artístico y el activismo feminista. Un mismo micrófono fue compartido entre artistas consagradas y voces más jóvenes provenientes de distintos géneros y estilos musicales que no necesariamente habían tenido contacto anteriormente.

Corto audiovisual realizado por Músicas Argentinas, junio de 2018.

Las mutaciones sociales en cuestiones relativas a géneros y sexualidades atravesaron las agendas y las retóricas del entretenimiento. En la esfera de la industria cultural, en 2017 se produjo el Movimiento MeToo, que significó una oleada de testimonios de mujeres que habían sufrido acoso sexual en el mundo artístico. En el mismo año, hicieron eclosión en Hollywood las campañas #MeToo y #Time’sUp, emprendidas por actrices, actores y trabajadoras/es de la industria cinematográfica y televisiva para denunciar situaciones de acoso y abuso sexual en contextos laborales. La potencia del crecimiento a nivel mundial de las reivindicaciones contra las violencias de género habilitó la denuncia de experiencias abusivas por parte de las estrellas y trabajadoras de la industria del entretenimiento precisamente por el carácter de notoriedad pública y reconocimiento social de quienes encarnaban las denuncias. En Argentina, este giro denunciante tuvo su propia identidad: #MiráComoNosPonemos. La denuncia pública contra el actor Juan Darthés se convirtió en el punto de ebullición de múltiples abusos desoídos en el pasado por parte del poder judicial y la opinión pública. Este mismo actor ya había sido denunciado por varias colegas sin ningún éxito. La acumulación de lucha política feminista, creciente a partir de 2015 y expandida en 2018 con la pugna por el derecho a la IVE, había generado el terreno para que las denuncias fueran audibles por el conjunto social y las demandas de justicia fueran irreversibles. Actores, músicos, directores y productores de ámbitos comerciales e independientes fueron objeto de denuncias (Mariasch 2017).

Patti Smith en un recital realizado el 1 de marzo de 2018 en la ciudad de Buenos Aires. La imagen pertenece a la nota titulada “Patti Smith pidió por aborto legal, seguro y gratuito en Argentina.”

Parte de ese espíritu de lucha colectiva propio de los movimientos de mujeres y de la disidencia sexual se tradujo en la mediatización de las experiencias individuales. Todo el circuito de mediatización –medios masivos tradicionales, redes sociales, publicaciones gráficas, festivales y eventos de premiaciones– que se vio trastocado por la irrupción de demandas colectivas en clave feminista se convirtió en un capital de lucha para reclamar la legalización del aborto. Como señala Sara Ahmed, la utilización de la primera persona a través de la frase “yo aborté”, es decir, la asunción voluntaria del estigma, puede ser comprendida como un arte político que pone el cuerpo en escena para re-habitarlo.  

El 31 de mayo de 2018, la rapera argentina Miss Bolivia declarando que ella abortó en 1996 (Imagen oficial del 15º Plenario de Comisiones: Aborto, Boletín Año XVIII, Nº 1109, Buenos Aires, Congreso de la Nación Argentina, 31-05-2018)

El derecho al aborto legal que cobró vigencia nuevamente resituó discusiones y posiciones del feminismo respecto a la sexualidad pública expresada en y con la música. En torno al debate parlamentario, ganaron visibilidad y mayor aceptación apuestas creativas impulsadas por artistas que reivindican las prácticas musicales como formas de reapropiación del erotismo y el goce sexual. El estigma puritano del baile fue abordado por parte de la Marea Verde como un elemento para reclamar la soberanía de los cuerpos, generando un acercamiento intergeneracional novedoso a través de las reivindicaciones políticas de género y sexualidad. Ejemplo de ello es cómo el conocido club de danza Flow Altas Wachas fue desplegando un discurso político sobre la técnica de twerk, interpelado por la movilización en las calles contra las violencias, pero sobre todo por la identificación con la noción de autonomía corporal que acompañó la lucha por la legalización del aborto. Asimismo, el involucramiento de dichas prácticas, que celebran el erotismo del baile, contribuyó en la elaboración de nuevas tecnologías de la lucha feminista a través de un tipo de presencia física y simbólica desafiante en la escena social de la Argentina actual. 

Las creadoras de FAW en las escalinatas del Congreso de la Nación con el pañuelo verde al cuello y sobre el rostro, insignia del aborto legal. 8 de marzo de 2018.

Tras dos años de intensa lucha en diversos frentes sociales y culturales, la ley fue aprobada en diciembre de 2020. Se trató de un proceso en expansión que atravesó a la sociedad en su conjunto, un proyecto en el cual se tejieron alianzas de mujeres y personas gestantes de diversos campos sociales, culturales y políticos. Sin embargo, estas experiencias, que redefinieron las históricas tensiones entre música y activismos políticos, actualmente se encuentran amenazadas por la plataforma de gobierno que asumió la presidencia del país meses atrás. Se trata de un proyecto que se sitúa en contra de los avances en materia de derechos de las mujeres ocurridos en los últimos años y, en particular, que busca derogar la ley IVE como símbolo de articulación y unificación del movimiento feminista. En un contexto internacional de giro autoritario en el que la ultraderecha avanza en los debates electorales, diferentes derechos y políticas de género estatales logradas en Argentina de manera reciente están siendo suprimidas. No obstante, buena parte de las experiencias de organización y acción social que le dieron impulso al movimiento se arraigaron y perduran en el hacer cotidiano de la actividad musical y en los ámbitos de enseñanza artística. Asimismo, han florecido otras formas de activismo político en el espacio público alrededor de eventos musicales. Un hecho trascendente fue la campaña anti-derecha que se realizó en las inmediaciones del primer recital de Taylor Twift en Buenos Aires celebrado una semana antes de las elecciones presidenciales que tuvieron lugar el 19 de noviembre de 2023. “Trump es Milei. Swiftie no vota Milei” fue la consigna que impulsó un sector organizado del público fan de la artista. En el cruce entre la cultura popular y la cultura de masas, las políticas de género han devenido en un instrumento de lucha antifascista.

Singer Valentina Cooke demanding more participation of women and non-binary people in the country’s music festivals. August 2018. Photography by Lucía Ballivián.
Image from Talleres Batuka drum group, 2018
280 Argentine musicians sign an Open Letter at MU.LAVACA Magazine addressed to the Chamber of Deputies of Congress in support of the National Campaign for Legal Abortion. April 24, 2018. Photography by Martina Perosa.
Performance by singer-songwriter Märiana Paraway with a green kerchief on the microphone. October 16, 2018. Photography by Lucía Ballivián.
February 2020 flyer advertising one of the many music festivals held in the country in support of the voluntary interruption of pregnancy law.
Frames from the filming of a recital by Nathy Peluso in Buenos Aires while she performs the song “Corashe.” These images show the moment in which the singer picks up a Green Handkerchief, dances with it and then throws it into the audience. Niceto Club, November 11, 2018.